miércoles, 6 de abril de 2011

Un sueño colectivo

Ese papel vuela lejos, lejos de mí. Levanto la vista y estoy en el fondo del colectivo.
Todo está teñido de gris. Y cuando digo todo digo: los pasajeros, el colectivo, las publicidades, el paisaje, las paradas de colectivo, el instante.
Viajamos a gran velocidad, nadie refuta, nadie discute, todos aceptan su lugar.
De repente paramos, frenamos de golpe.
Serán unas quince personas extrañamente coloridas, enfiladas para subir pero el conductor aprieta el acelerador y los deja a todos en la vereda, varados.
La adrenalina aumenta, los sonidos están mudos, la adrenalina aumenta, siento que algo malo va a pasar, la adrenalina está en el aire y la tragedia también.
Como en cámara lenta, como fotos superpuestas velozmente, chocamos. Contra un paredón inmenso. Pierdo el conocimiento. Tengo frío. Me despierto, leo sobre mi cabeza un graffiti en la inmensa pared que dice "avance".
El chofer ha muerto. Del 3er asiento se levanta un pasajero, vestido como carnicero, se voltéa hacia el resto, sonríe con malicia y se dirige hacia el frente del colectivo.
Toma el volante, damos marcha atrás y continuamos el viaje.
Se escucha un chirrido desde algún lugar, es irritante, como una pava en hervor.
Estamos alcanzando una velocidad horrorosa, acaso nadie se da cuenta? nadie objeta nada? nadie se queja? nadie reacciona? NO.
Seguimos pasando por alto paradas llenas de gente esperando, gritan, escupen y golpean al vehículo, el carnicero solo se ríe, todo le parece una sátira.
Se cruza un camión rojo, furioso, imponente, se nos impone con furia y otra vez el choque.
Estoy en el suelo y mi cabeza es un piquete en pleno microcentro.
Me levanto como puedo, todos están muertos, camino sin ver, hay mucha niebla, espesa como seda de araña. Mis manos alcanzan a tocar una pared, doblo la esquina, el campo visual es mas grande, es un portón que ocupa toda la esquina. Golpéo tres veces. Nadie atiende.
Cuando estoy pensando en retirarme se abren las puertas y me recibe el Rano, aquel viejo amigo de mi tío Claudio que solo había visto dos veces. Sonríe de oreja a oreja y sostiene una lata de arvejas; me invita a pasar.
Lo primero que veo es la enorme pileta que yace delante nuestro, dentro de ella un abismo inmenso, muy profundo, oscuro, avernal, sucio, estancado. Rano Me invita a la cocina, bordeamos la pileta con cautela para no caernos, haciendo equilibrio.
Abre un modular lleno de latas de arvejas, solo latas de arvejas. Toma una, la abre y me convida.
No son arvejas, son gusanos.
Y nos quedamos al borde del abismo contemplándolo, comiendo gusanos, riendo.
Siento un golpe, abro los ojos, el chofer me dice que hemos llegado a la terminal, debo bajarme, estoy mareado y tengo un horrible sabor en la boca.

2 comentarios:

Anti dijo...

parece como si algo o alguien hubiese tomado control sobre tu vida, no? Siempre me llama la atención que en los sueños significativos se repite el número 3...segun la psicología de la rama de Jung es un número sagrado que tenemos incorporado inconscientemente y se hace presente cuando denota una experiencia espiritual. Lo de los gusanos debe ser una simple bizarreada jaja

mflorencia dijo...

un día de infierno en el colectivo.

(a mí me pasa pero sin sueños)