martes, 2 de octubre de 2012

Lo perdido es fuego

Siento que lo perdido ya es fuego, y como tal, forma parte de mi baúl interior de roble sin pintar, de libros leídos a la mitad, de canciones que terminan sordas y comienzan como hito de mi propio funeral, un auto-soundtrack de puntos débiles, la mazorca arrepentida de callar paredes que solo bloquean el despertar, un florecer personal, la hoja seca que se remoja en un charco para luchar por esa vida que se le va, las palabras que al salir de la boca mueren y vuelven a la vida en oídos ajenos (que las mantienen eternas y vigentes y contemporáneas) la escaramuza de las hadas que se incendian al leerlas, represiones legales que ilegalizan el gozo, de vivir para aprender, de caer y levantarse y no volver a caer en los mismos escenarios, la ideología propia y creer en tu palabra, el bienestar personal para el bienestar del prójimo, quererse para querer, reirse para amar, perdonar para sanar.